martes, 15 de septiembre de 2009

Amor

¿Cómo hemos nacido? Por amor.
¿Cómo nos perderíamos? Sin amor.
¿Que nos ayuda a superarnos? El amor.
¿Cómo podemos llegar al amor? A través del amor.
¿Qué es lo que abrevia nuestras penas? El amor.
¿Qué puede unirnos constantemente? El amor.



NO DEBES ESTAR SOLO

Los seres humanos, separadamente, son solo dos mitades incompletas; dos mitades que deben unirse y complementarse para formar un todo, para que ambos puedan vivir plenamente.


Con el objeto de que pueda convertirse en una realidad la plenitud mental, afectiva y corporal ha concedido el Creador a los hombres los placeres y los dolores del amor.


De tal manera está hecho el ser humano, que sufre al no formar este todo con las dos mitades.


En cambio, adquiere la capacidad de ser feliz e incluso puede experimentar el más vivo placer si sigue el mandamiento que le es dado.


"NO ESTARÁS SOLO". Se ha puesto en nuestra alma este imperativo categórico para que cumplamos su voluntad.


Vemos en esto, ante todo, cómo los seres humanos somos incapaces de subsistir separados unos de otros.


No es sólo el instinto sexual lo que empuja a la comunidad. El alma humana está dotada con muchos y muy diferentes instintos, todos los cuales se nos han dado para que vivamos en amor.


La abrumadora sensación de infelicidad, aocmpañada de un ardiente anhelo de encontrar compañía, que se forma en toda persona que vive en una soledad y un abandono prolongados, es una clara prueba de que no fue creada par la soledad. Y únicamente soporta esta soledad cuando busca conscientemente su complemento.


El amor, este subyugador sentimiento que da felicidad a los que los experimentan, nos revela que hemos encontrado nuestra otra mitad, es decir, lo que nos faltaba para completarnos.


Sentimos que, por fin, "tenemos lo que necesitábamos". Y la nostalgia nos atormenta de nuevo si nos vemos obligados a separarnos de lo que nos completa. Entonces....nos entristecemos, lloramos y nos sentimos llenos de una inquietud que no cesa mientras persiste la separación.


Cuando recuperamos la otra mitad, nos alborozamos y abrazamos efusivamente a este complemento de nuestro ser, satisfechos de reunirnos nuevamente con él. La convivencia misma es experimentada como una gozosa sensación de alivio que nos hace sentir felices.


Considerando todos estos sentimientos y estímulos, ¿quien podría dudar todavía de que solamente con la unión de dos seres humanos es posible constituir un todo perfecto?